UN ÁREA DEL SABER NECESARIO PARA LA PERMANENCIA DE LA HUMANIDAD
RETOS Y OPORTUNIDADES EN EL PROCESO DE CAMBIO CURRICULAR EN EDUCACIÓN
MEDIA EN VENEZUELA
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No queda ninguna duda que la
educación es fundamental para el desarrollo de cualquier país, y así lo
estableció el Informe Delors de Educación para el Siglo XXI, en el que los educadores
del mundo concluyeron que la educación es imprescindible para lograr la
formación integral de la persona, y por ende de las naciones, siempre y cuando
el humanismo, se entienda en profundidad y como parte importante de la ciencia
moderna.
Se debe comprender lo que se
aprende pero se debe pensar para innovar. Dicho lo anterior, la tendencia
educativa actual en la formación de las personas está sustentada en cuatro
pilares: el aprender a conocer, el aprender a hacer, el aprender a convivir y
el aprender a ser. Esto plantea una educación pluridimensional que no es más
que la combinación del aprendizaje con la formación y el trabajo.
La Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, de 1999, expresa en su artículo 102, que “la
educación es un instrumento del conocimiento científico, tecnológico y
humanístico, que tiene la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada
ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad; es un deber social y un
derecho (humano) fundamental”.
Por otra parte, la CRBV, delimita
las áreas curriculares. León (2009) indica que en algunos casos las establece
como obligatorias y necesarias, en todos los niveles y modalidades, como por
ejemplo la Educación Ambiental, Lengua castellana, Historia y Geografía de
Venezuela, Principios del Ideario Bolivariano y Educación Física y Deporte. En
el caso de las matemáticas, las ciencias naturales, las ciencias sociales, los
idiomas extranjeros, la literatura, la educación estética, y la educación para
el trabajo quedan condicionadas a las necesidades del desarrollo científico,
tecnológico, humanístico, artístico y laboral del país.
Sin embargo, para la intención de
este artículo, lo establecido en la CRBV se convierte en una oportunidad para
que las Ciencias de la Tierra asuma su lugar de importancia en la formación del
ser individual que esta constitución establece.
Es necesario indicar que el
Ministerio del Poder Popular para la Educación (MPPE), con la promulgación de
la Ley Orgánica de Educación en 2009, ha asumido un rol activo desde entonces,
como ejecutor en cuanto a la rectoría del Estado Docente que posee el Estado
venezolano tomando como base los principios de integralidad, cooperación,
solidaridad, concurrencia, inclusión, democratización, autonomía y
corresponsabilidad, y de lo cual, los docentes venezolanos esperan que los
cambios curriculares demuestren la aplicación de esos principios. Se establece
como norte que sea una educación liberadora, de interés público, acompañado
constantemente de un diálogo socializado de saberes, que lleve a ese educando
hacia la creación e innovación tanto en lo intelectual, científico,
humanístico, tecnológico y productivo.
Para 2014 el MPPE gira
instrucciones para que se dé la Consulta por la Calidad Educativa, y para 2015,
marzo, específicamente da a conocer el documento denominado “Adecuación
Curricular en el Nivel de Educación Media General. Orientaciones generales para
el proceso de presentación de propuestas pedagógicas y curriculares”.
En septiembre de 2015, el MPPE da
a conocer el documento “Proceso de Cambio Curricular en Educación Media. Documento
General de sistematización de las propuestas pedagógicas y curriculares
surgidas en el debate y la discusión”, de 315 páginas. Esta propuesta, luego de
consultas, reparos y documentos de críticos, de muchos docentes e
investigadores en el área de la Educación, en los que se pedía una rectificación
sobre algunas áreas del conocimiento, que por alguna razón no aparecían en
dicho documento, entre ellas las Ciencias de la Tierra, el MPPE en el mismo mes
de septiembre, emite un nuevo trabajo para la su revisión y discusión, titulado
con el mismo nombre pero ahora con 275 páginas.
Buenas noticias se tiene al saber
que no sólo es incluido nuevamente la Ciencias de la Tierra, si no que como
asignatura forma parte del Área de Ciencias Naturales, y se desarrollará tanto
en Cuarto Año como en Quinto Año de Educación Media General.
De cierta manera, a quienes se
vinculan con esta área, tanto los estudiantes que se están formando como Profesores
en Ciencias de la Tierra, así como los egresados y quienes laboramos e
investigamos en las Geociencias, es importante tener en cuenta algunas consideraciones
desde el punto de vista histórico, legal, filosófico y pedagógico, que hacen a las
Ciencias de la Tierra un área de vital importancia para Venezuela.
Aspectos históricos (1)
El área de Ciencias de la Tierra
en Venezuela es producto de acuerdo entre instituciones nacionales e
internacionales. Por lo que es necesario remontarse al año 1957, cuando por
iniciativa de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos declara,
desde ese año hasta 1958, como el Año Geofísico Internacional. Declarar ese año
de esa manera tuvo como objetivo establecer los cimientos para estudiar
sistemáticamente la Tierra y su ambiente planetario. Para ese entonces
participaron sesenta y siete países, cuyos científicos realizaron
investigaciones de varios fenómenos naturales (entre ellos el descubrimiento de
los cinturones de Van Allen, la exploración de la Antártida y el estudio del
fondo oceánico que permitió la creación de la teoría Tectónica de Placas). Lo
anterior, más otro sin número de estudios y descubrimientos, hicieron que
resurgiera el interés, desde el punto de vista académico por el área de las
Ciencias de la Tierra.
Todo ese interés se cristaliza,
para julio de 1972, cuando la
Organización de los Estados Americanos (OEA) a través de su
dependencia en materia educativa, aprueba la obligatoriedad del incluir en los
curriculum de todas los pensas de estudio del continente americano
(organizaciones educativas, escuelas, liceos, escuelas normalistas,
pedagógicos, y escuelas de educación de las Universidades, entre otras) las
Ciencias de la Tierra.
Más adelante, en junio-julio de
1974, la UNESCO ratifica la propuesta de la OEA, lo que genera todo un
movimiento educativo de desarrollo curricular, tanto para la educación básica
(al incluir la asignatura en el bachillerato) y la educación universitaria (al
incluir la carrera de Profesor y/o Licenciado en Ciencias de la Tierra).
En el caso de la UPEL, la
Especialidad de Ciencias de la Tierra, en la cual se formar los profesores en
esta área, inicia con su primera etapa en 1971-1972 en el Instituto
Universitario Pedagógico de Caracas (IUPC) al presentarse el proyecto Mayer
(donde el representante oficial de la OEA, fue el Dr. Víctor Mayer en compañía
de profesores del IUPC). Se suman a este proyecto, además de la OEA y el IUPC,
el Ministerio de Educación, Ministerio de Minas e Hidrocarburos, Escuela de
Geología de la UCV, el IVIC, la Sociedad Venezolana de Geólogos y Creole. Para
la segunda etapa, de 1972 a 1978, se logra, a través del trabajo realizado por
la Comisión de Currículo de Ciencias de la Tierra, presentar ante el Consejo
Académico el Plan de la Especialidad de Ciencias de la Tierra, teniendo como
base el Proyecto Mayer.
El año 1972 ve nacer la
Especialidad de Ciencias de la Tierra (con 126 créditos, distribuidos en 15 de
formación general; 67 en formación especializada, 25 en formación profesional y
19 en cursos electivos). El 25 de abril de 1973 se inaugura oficialmente la
Sección de Ciencias de la Tierra. En esos años, y de forma paralela al aspecto
curricular, se contemplan programas de desarrollo y perfeccionamiento de
docentes, tanto del pedagógico como de Educación Media. Para el 27 de enero de
1978, la Sección de Ciencias de la Tierra del IUPC pasa a ser Departamento, por
aprobación de su Consejo Académico, siendo autorizado por el Ministerio de
Educación, posteriormente.
Desde 1978 en adelante, por lo
dinámico de los cambios en los planes curriculares y los contextos históricos
de la educación (transformación curricular del IUPC, creación de la UPEL,
lineamientos de las leyes Orgánicas de Educación, entre otros) en nuestro país,
el diseño curricular y plan de estudios buscó como norte formar un docente con
un enfoque integrador de las Ciencias Naturales. Es decir, la filosofía es
contemplar un tratamiento flexible y dinámico de los planes de estudio para
fomentar el trabajo integrador en los procesos de la ciencia y la tecnología, y
lo era novedoso, por la inclusión del trabajo de campo, con el cual se buscaba,
y siempre ha sido así, aplicar las destrezas y conceptos aprendidos durante los
cursos regulares, con la finalidad de resolver problemas específicos de
investigación, lo cual asegura la integración de los aprendizajes. A lo
anterior, se le suma una formación docente con dimensionalidad ecológica lo que
permite a las Ciencias de la Tierra ser un agente de cambio para el desarrollo
desde el punto de vista económico, ambiental, educativo y social del país.
En cuanto al inicio de Ciencias de la Tierra en el Instituto
Pedagógico de Maturín, para septiembre de 1974, este instituto crea la asignatura de Ciencias de la Tierra, en la Especialidad de Química; posteriormente
se agrega al Plan de Estudio de Biología. Hasta 2010, los profesores egresados
de la Especialidad de Geografía e Historia, Química y Biología se encargaban de
administrar la asignatura de Ciencias de la Tierra en el quinto año del
bachillerato en el oriente del país. Con la creación de la Especialidad de
Ciencias de la Tierra, en el IPM, la región oriental contará con profesores formados
y especializados en tan importante área del conocimiento.
Cabe considerar, que no sólo la
UPEL atiende la formación de docentes en Ciencias de la Tierra, sino que otras
universidades crearon sus licenciaturas, así como Centros de investigación en
las Ciencias de la Tierra, lo que conlleva la formación de personal de cuarto
nivel en las universidades mediante los postgrados.
Resulta claro, en este sentido,
evaluar la infraestructura creada a lo largo de estos cuarenta y tres (43) años
dedicado al estudio de las ciencias de la tierra y su impacto en la sociedad
venezolana.
De hecho, debe revisarse como las
Ciencias de la Tierra ha adaptado sus planes de estudio a los diseños del
Currículo Básico Nacional, como por ejemplo, el de 1997; en éste se plantearon
los ejes transversales: Lenguaje, Desarrollo del Pensamiento, Valores, Trabajo
y Ambiente. Si se observa con detenimiento, se encuentra que en el eje
transversal Ambiente, se promovía la formación de ciudadanas y ciudadanos en
valores ambientales, éticos, estéticos y la participación organizada de la
ciudadanía en la solución de problemas socioambientales, incluyendo a la salud pública. Igualmente planteaba la necesidad de una alfabetización
ambiental para lo cual se requería:
- El conocimiento de la realidad ambiental y la identificación de sus problemas.
- La comprensión de los procesos sociales, históricos y ecológicos.
- El desarrollo de una sensibilidad ambiental.
- La búsqueda de soluciones y medios de acción disponibles.
Todos esos aspectos nombrados los
contemplan las Ciencias de la Tierra, y por lo tanto, hoy más que nunca, en un
momento en que el fenómeno climático afecta a la civilización actual, el
estudio y conocimiento de las Ciencias de la Tierra es una herramienta valiosa
para la alfabetización ambiental.
Aspectos legales
No menos importante es tomar en
consideración los aspectos legales que soportan y dan solidez a la importancia
de estudiar las Ciencias de la Tierra, sobretodo como asignatura en Subsistema
de Educación Básica.
En Venezuela, y a través de la
Carta Magna, como lo es la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela, se establecieron normativas que fundamentan, la dimensionalidad
ecológica que debe prevalecer en los ciudadanos. Como lo ambiental va de la
mano con la salud integral, esa normativa constitucional busca alcanzar el equilibrio
ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio común e
irrenunciable de la humanidad, por lo que cada generación, tiene como derecho y
deber, proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí mismo y del mundo
futuro. Sólo basta imaginar que cinco millones de estudiantes del subsistema de
Educación Básica, formados como seres sociales informados, educados y
sensibilizados, por la asignatura de Ciencias de la Tierra, a las causas e
impactos de los problemas ambientales, puedan, de alguna manera, sentirse
preparados para tomar decisiones acertadas que aporten soluciones a esa
problemática ambiental. Es imperioso
aclarar, que si la matrícula anual del país es de la cantidad antes referida, entonces en un
período de once años, deberán cursar la asignatura de Ciencias de la Tierra, y
se tendrá con seguridad, que ese derecho y ese deber serán cumplidos.
Un individuo que asuma medidas
preventivas integrales ante diversas situaciones de riesgo, corresponsable de
los destinos del país, que cuida su
propia salud, la de su familia y la del entorno, es un ser dimensionalmente
ecológico.
Se debe precisar, con lo antes
expuesto, los artículos de la CRBV, que fundamentan legalmente la existencia y continuidad de las Ciencias de
la Tierra en Venezuela.
La integridad territorial se expone
en el artículo 1, como principio fundamental. Esta integridad incluye un país soberano desde el punto de
vista ambiental, y luego se amplía con el artículo 127 (Capítulo IX De los
Derechos Ambientales) en el que toda persona tiene derecho individual y
colectivamente a disfrutar de una vida y de un ambiente seguro, sano y
ecológicamente equilibrado. Se indica, además, que el Estado protegerá el
ambiente, y por lo tanto, quienes enseñamos e investigamos en el área de las
geociencias, el Estado debe fortalecer y ampliar aquellos mecanismos que
coadyuven para lograr este fin, por lo que es necesario mantener el estudio de
las Ciencias de la Tierra, y si es posible, extender esta asignatura desde el
tercer año de bachillerato. Para los artículos 128 y 129, las líneas y centros
de investigación, así como los postgrados en el área de las Ciencias de la
Tierra, son las herramientas a utilizar para que lo expuesto en estos artículos
(desarrollo de una política de
ordenación del territorio y los estudios de impacto ambiental y sociocultural)
puedan cumplirse. Además de los artículos antes mencionados, deben revisarse
los artículos 3, 19, 100, 102 ,103 y 104 porque la educación es cultura, y es
un derecho humano y deber social fundamental, y por el eso el Estado es garante
que lo expresado en estos artículos se cumpla.
En cuanto a la Ley Orgánica de
Educación (2009), artículo 6, numeral 2, literal e, plantea: “Para alcanzar un
nuevo modelo de escuela, concebida como espacio abierto para la producción y el
desarrollo endógeno, el quehacer comunitario, la formación integral, la
creación y la creatividad, la promoción de la salud, la lactancia materna y el
respeto por la vida, la defensa de un ambiente sano, seguro y ecológicamente equilibrado….”.
Y así, no menos importante está el artículo 14, cuando indica que “La educación
ambiental, la enseñanza del idioma castellano, la historia y la geografía de
Venezuela, así como los principios del ideario bolivariano son de obligatorio
cumplimiento, en las instituciones y centros educativos oficiales y privados”.
En consecuencia, y válida la opinión deben incluirse los artículos 3, 14, 15
(numeral 5), 17, 18, 19 y 26.
Aparte de la CRBV y la LOE, deben
tenerse en cuenta la Ley Orgánica del Ambiente (2007) en sus artículos 3, 4, 10
y 35; La Ley Orgánica de Salud (1998) y todo el articulado sobre la gestión de
riesgo.
Plan de Ciencia Tecnología e Innovación 2005-2030 y el Plan de la
Patria
Desde el punto de vista de la
Ciencia, la Tecnología e Innovación, y lo contemplado en el CRBV, en su
artículo 110 que expresa: “El Estado
reconocerá el interés público sobre la ciencia, tecnología, el conocimiento, la
innovación y sus aplicaciones y servicios de información necesarios por ser
instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del
país, así como para la seguridad y soberanía nacional…”, el área de las Ciencias de la Tierra es un
área interdisciplinaria (o ciencias integradas: geofísica, geoquímica, geología, sismología, climatología,
meteorología, pedología, hidrología, geomorfología, astronomía, física,
química, biología, matemáticas, estadística y otras muchas) porque hace uso de
métodos, técnicas y conocimientos aportados por varias disciplinas científicas
que contribuyen a descifrar los misterios e interrogantes acerca del planeta(2),
y por lo tanto, es una necesidad recuperar las distintas modalidades de conocimientos,
con el objetivo de impulsar la transdiciplinariedad y la colaboración activa
(en diálogo de saberes) según lo estipulado en el Plan de Ciencia Tecnología e
Innovación 2005-2030.
Adicionalmente, el área de las
Ciencias de la Tierra contribuye con ciertas finalidades que este Plan se trazó, como por
ejemplo, el de construir una cultura
científico-tecnológica que oriente las potencialidades y capacidades nacionales
hacia la transformación de la sociedad venezolana a partir de la configuración
de valores y modelos de acción que promuevan una ciencia, tecnología e
innovación pertinente, integral, de producción colectiva, comprometida con la
inclusión y la vida en el planeta.
Lo anterior lleva a recomendar,
obligatoriamente, la lectura del aparte denominado Análisis Situacional, punto
6, indicadores de salud; y, el punto 8, condiciones ambientales en Venezuela,
en los cuales los proyectos elaborados por los estudiantes al término de su
carrera, como Profesor de Ciencias de la Tierra, poseen una capacidad de
respuesta específica y propia que permiten potenciar los procesos de desarrollo
local usando el pensar global y actuar local. Es opinión de quien escribe, y
valga la modestia, indicar que las Ciencias de la Tierra, encuadra
perfectamente con lo expresado en dicho plan y es mucho lo que se puede aportar.
Aspectos filosóficos
Dicho lo anterior, palabras más,
palabras menos, la formación en Ciencias de la Tierra se constituye en una
carrera que permite enseñar la planificación de una explotación adecuada de los
recursos que nos ofrece la naturaleza, además de permitir la comprensión de los
fenómenos naturales que de alguna u otra manera afectan al ser humano y a la
biosfera, y cómo éste, a través de sus acciones antrópicas afecta la
naturaleza. Es innegable que su estudio está vinculado a la prevención de
riesgos como lo son los sísmicos, meteorológicos y volcánicos. Venezuela, en
este sentido, puede ser vulnerable a los dos primeros.
Para que el progreso de la nación
sea integral desde la perspectiva del eje integrador Ambiente y Salud Integral,
cada ser humano, familia, escuela y comunidad, debe ser consciente de las
potencialidades humanas, culturales y naturales en donde se desarrolla, a fin
de fomentar la identidad nacional y el espíritu del trabajo liberador. Por ello
es indispensable el fomentar en las ciudadanas y los ciudadanos actitudes que
favorezcan la promoción, sostenibilidad de la salud, conservación,
preservación, protección y defensa del ambiente, que asegure la sustentabilidad
necesaria.
Por lo antes expresado, ese
fomento debe centrarse en el desarrollo humano a través de la educación, bajo los
principios de sustentabilidad y sostenibilidad que en toda actividad humana son
necesarios que estén presentes, más aún en la búsqueda de la construcción de la
socioproductividad; las Ciencias de la Tierra ayudan a la identificación, el
conocimiento, la valoración y conservación de nuestro patrimonio natural y
cultural (tangible e intangible), además de contribuir con la nueva visión de
seguridad y soberanía alimentaria desde lo endógeno, para la formación de ese
nuevo republicano que la patria demanda, vinculados al desarrollo endógeno
productivo y sustentable conjuntamente con el modelo socioproductivo del país.
En este marco filosófico debe
apuntarse que Venezuela es un país que se encuentra favorecida al estar entre
los primeros diez (10) países con mayor biodiversidad y entre los quince (15)
países del planeta con mayor cobertura boscosa y reservas de agua. Además,
cuenta con un gran patrimonio biogeográfico, de gran variedad de ecosistemas
presente en las regiones caribeña, andina, amazónica y guayanesa. Aunado a esta
riqueza ambiental, un significativo patrimonio cultural tangible e intangible, que
constituye un fundamento importante por el cual luchar y preservar, y que el
Estado venezolano debe, a través de
mecanismos, como la educación, que sus ciudadanos y ciudadanas lo
consideren como un deber y un derecho protegerlo y mantenerlo en beneficio de
las actuales y futuras generaciones, destacando que la salud integral y el
ambiente se considera como un proceso dinámico de interacción, donde las
familias, escuelas y comunidades juegan un papel protagónico para un desarrollo
endógeno armónico sostenible y sustentable a favor del desarrollo humano en
beneficio individual y colectivo.
En este contexto se debe destacar
que la salud integral del ser humano es producto de una interacción con el ambiente.
Entendiendo este último como el “conjunto o sistema de elementos de naturaleza
física, química, biológica, sociocultural, en constante dinámica por la acción
humana o natural, que rige y condiciona la existencia de los seres humanos y
demás organismos vivos, que interactúan permanentemente en un espacio y tiempo
determinado” (Art. 3 de la Ley Orgánica del Ambiente).
La salud no sólo depende de los
factores ambientales, sino de los niveles de vida alcanzados, siendo éstos de
gran importancia para el desarrollo del ser humano. En este sentido, el Estado debe
otorgar un gran impulso a la educación y la salud preventiva, por medio de las
diferentes políticas públicas, expresadas en el Proyecto Nacional Simón Bolívar
y enmarcada en la directriz de “la suprema felicidad social” al señalar que:
“La educación ambiental debe permear todos los estratos sociales y todos los
niveles educativos”. ¿Y cómo hacerlo? Pues, a través de las Ciencias de la
Tierra.
De acuerdo con lo expuesto, la
educación se considera como un proceso esencial en la formación de cada ser
humano. Por lo tanto, el desarrollo curricular profundiza en los ejes
integradores, en este caso el eje integrador Ambiente y Salud Integral, el cual
se encuentra inmerso en la toma de decisiones conducentes al aprovechamiento
racional, responsable, del patrimonio sociocultural y los recursos naturales
del presente y del futuro.
El papel de un curso como el de
Ciencias de la Tierra es el de proporcionar conocimientos fundamentales para el
bienestar general de la población, en la medida que comprendamos la importancia
de los temas que aborda y sus implicaciones sociales, económicas y ambientales,
más aún cuando los problemas vinculados con el delicado equilibrio planetario
han adquirido especial relevancia, y determinar su impacto en el desarrollo
humano es apremiante.
La gestión del territorio y de
los recursos de un país con características geológicas y geofísicas como el
nuestro, requiere del desarrollo óptimo de la investigación y de aplicaciones
de las diferentes disciplinas que conforman las Geociencias. Se necesita que
las nuevas generaciones se incorporen a este esfuerzo, y que el Estado aporte toda
la voluntad posible, así como los recursos materiales y financieros para la
investigación y la formación.
Las Ciencias de la Tierra es un
área que permite ampliar la comprensión pública sobre el destino del planeta y
el futuro de la especie humana. Esta comprensión es incompleta, si no se logra
que todas y todos desarrollemos la capacidad para evaluar, con juicio crítico,
los problemas más acuciantes y se asuma como temas que conciernen de manera
vital.
Los temas del planeta, de sus
recursos y de su naturaleza activa y dinámica, junto a la discusión sobre el
modelo de desarrollo que se desea, no son exclusivos de unos pocos, ni sólo
para los debates de salón; en realidad son temas para todos los ciudadanos
quienes, con su participación decidida, pueden llegar a influir sobre el curso
de las acciones para lograr el imperativo ético de salvar al planeta y
preservar la especie humana.
Impulsar la formación de una
cultura ambientalista basada en la conservación de la biodiversidad y la sociodiversidad,
las condiciones ambientales y el aprovechamiento racional de los recursos
naturales, mediante la participación protagónica y corresponsable de la
familia, escuela y comunidad es un deber de las Ciencias de la Tierra.
Aspectos pedagógicos
Cada universidad establece
lineamientos en el área de la enseñanza y de la investigación, con la finalidad
de generar nuevos conocimientos e innovaciones tecnológicas en el campo
pedagógico que propicien transformaciones tendentes al mejoramiento de la calidad
de la educación, como un aporte al desarrollo sociocultural y científico del
país. Esos lineamientos buscan, constantemente, adecuar la labor investigativa
a las necesidades emergentes de los complejos contextos físico-natural y socioeducativo,
con el objeto de reforzar la calidad de la educación venezolana, y eso incluye
los proyectos elaborados, por los estudiantes cursantes de la carrera de
Ciencias de la Tierra, orientados a la búsqueda de soluciones de los
principales problemas del sector educativo.
Todo ello orientando la praxis
pedagógica como una unidad inseparable de reflexión y acción, donde las
instituciones educativas se conviertan en espacios de vivencia, ensayo
constante y permanente de la futura ciudadanía para que se materialice la relación
entre las luces, la moral y la libertad.
De allí que, a partir de las
orientaciones educativas, los docentes deberán ser el modelo de ética y
proponer experiencias creativas, positivas, generadoras de avances y
crecimiento personal integral, que permitan relaciones armoniosas y de
convivencia en ambientes sociales donde prevalezca un clima de respeto a las
ideas, así como el trabajo cooperativo, experiencias cotidianas y vivencias con
la naturaleza, donde logren potenciar los conocimientos, destrezas y actitudes
básicas para vivir en sociedad, creando conciencia regional y nacional de la
patria, a partir de la didáctica centrada en los procesos (artículo 14, LOE)
que tienen como eje la investigación, la creatividad y la innovación,
favoreciendo el aprendizaje interactivo, dialéctico, flexible y
contextualizado, tomando en referencia el desarrollo de pensamiento
sociocognitivo y la acción concreta sobre la propia realidad, desde una de
actitud reflexiva que permita generar nuevas alternativas y resolver
situaciones. En este sentido, y a través de la enseñanza de las Ciencias de la
Tierra los estudiantes podrán entender y apreciar esa relación armoniosa y de
convivencia con el ambiente, con el planeta.
El Plan de Ciencia y Tecnología
2005-2030, en sus Conclusiones diagnósticas, punto 2, entorno nacional, indica:
“Desde la perspectiva de la ciencia y la tecnología en cuanto corresponde a la
educación, es necesario, de un lado, profundizar los estudios científicos en
las distintas disciplinas científicas,
ingenieriles y técnicas, y de otro lado, hacer un esfuerzo por diversificar los
estudios técnicos y por inducir la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia,
especialmente en los niveles básico, medio y diversificado”, y agrega que “en
tanto en nuestro medio la tradición no está precisamente orientada ni vinculada
a este cuerpo de conocimiento, y se hace fundamental captar talentos que
incursionen y construyan cada vez más una ciencia nacional”. Las Ciencias de la
Tierra permiten promover una sociedad científicamente culta, ya que la
combinación de la teoría con la práctica (trabajos de campos) permite permear un
conocimiento geológico, climático, astronómico, estadístico, de ordenamiento
territorial que permiten pensar globalmente actuando localmente.
Propiciar la participación del estudiante
durante todo el proceso educativo a través de la experiencia directa, la
exploración, la experimentación, las diversas formas de investigación y el análisis
crítico ante situaciones ambientales que influyen sobre la salud integral,
favorece el trabajo cooperativo en un clima de respeto y aceptación. Un trabajo
de campo con los estudiantes y docentes en contacto con el ambiente y la
comunidad permiten fortalecer la función social o formadora de la escuela
como el centro del quehacer comunitario, así como establece que la comunidad es
el centro del quehacer educativo, y esto
se logra cuando un docente, bien formado, en el área de las Ciencias de la
Tierra, logra un papel activo en la formulación y realización de proyectos
educativos con sus discentes.
Una sociedad bien informada, que esté consciente de las
complejas relaciones que existen entre el ser humano y su planeta, apoyará y
reconocerá, sin dudas, que la enseñanza de las Ciencias Naturales, y entre
ellas, las Ciencias de la Tierra es de vital importancia para la preservación
de la especie humana a través de la protección de su ambiente, y por ende de su
salud. Todos, absolutamente todos, se benefician cuando se enfatiza la
enseñanza de las Ciencias de la Tierra.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
Se entiende que los procesos de
cambios curriculares deben darse, y son necesarios, pero las iniciativas
transformadoras requieren de la consulta de cada uno los entes, y sobre todo de
aquellos que están en constante investigación, tanto en las ciencias naturales
como en el área educativa, y seguro se está que en lo concerniente al área de
Ciencias de la Tierra esa consulta no se hizo con el debido tiempo.
Si es un deber no fragmentar el
conocimiento, también lo es el no fragmentar y obviar a actores, hombres y
mujeres, que se preparan, que enseñan, que investigan e innovan en el campo de
las Ciencias de la Tierra para ofrecerle al país un sistema educativo con un
excelente nivel en su currículo que permita tener ciudadanos y ciudadanas en
democracia, participativos, protagónicos y productivos para lograr la
pertinencia curricular, vinculada con los temas de la vida cotidiana,
contextualizada con las necesidades y expectativas de comprensión intelectual y
científica para el logro de una conciencia dinámica y productiva que entienda
la relación entre individuo y ambiente, con perspectiva global y aplicación local,
y genere soluciones a los conflictos y problemáticas de la sociedad venezolana.
Esperamos, y tal como lo planteó
Maffesoli (1997:68), que exista un raciovitalismo como sinergia de la razón y
lo sensible. Que los que dirigen las políticas educativas, y aquellos quienes
establecen los cambios curriculares, según la política de Estado, entiendan que
lo afectivo, las emociones y sensaciones, no se pueden seguir viendo separadas
de lo racional, del intelecto; que conjuguen, combinen y mezclen para llegar a
un engranaje metodológico necesario para la reflexión epistémica, y no tomen
decisiones apresuradas, y sin la profundidad en el debate que los lleven (o nos
lleven) a fracasos escolares.
La existencia y continuidad de
las Ciencias de la Tierra es privilegiar la formación para la vida, y con esta
frase, es de permitir, en base a la perspectiva transformadora, que se
construya la formación de una Ciencias de la Tierra desde el tercer año en el
Nivel de Educación Media General, así como en el Nivel de Educación Media
Técnica, lo cual redundará con éxito, en el desarrollo de las potencialidades
humanas de nuestros estudiantes con una ciudadanía protagónica, crítica,
alfabetizada y comprometida con los valores de equidad, justicia, libertad,
solidaridad, igualdad que fortalecerán la dimensión ecológica del ser,
asegurando la soberanía de nuestra nación.
En un momento se creó una
profunda preocupación por la omisión del área de Ciencias de la Tierra en el
Documento de Adecuación Curricular, pero con la debida rectificación a tiempo,
se da crédito a la comprensión y rectificación por parte del ente ministerial,
lo cual permitirá trabajar con más ahínco extender propuestas con una visión
integral, hacia los estudiantes del Subsistema de Educación Básica.
Documentos que deben ser revisados
por Profesores e Investigadores en Ciencias de la Tierra
Internacional
Acuerdos
multilaterales ambientales
•
Convención sobre Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la Unesco (1990)
• Declaración
de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Agenda 21 (Cumbre de la Tierra, Río,
1992).
•
Convenio sobre la Diversidad Biológica (1994)
•
Convenio Marco sobre Cambios Climáticos, con el propósito de estabilizar la
producción de los gases de efecto invernadero y Convenio sobre la Diversidad
Biológica como exhortación para la preservación de las especies, firmadas en
Río, 1992, ratificado en 1994.
•
Convenio Internacional de las Maderas Tropicales (1997)
•
Convenio de Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los
Desechos Peligrosos y su Eliminación (1998)
•
Convención Interamericana para la Protección y Conservación de las Tortugas
Marinas (1998)
•
Protocolo de Cartagena sobre Seguridad de la Biotecnología del Convenio sobre
Diversidad Biológica del 2002.
•
Declaración de la Cumbre de Johannesburgo, concebida para ratificar los
compromisos contraídos en Río, Protocolo de Kyoto y Protocolo de Cartagena
sobre Bioseguridad, entre otros (2002).
•
Protocolo de Kyoto, de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático (2004).
•
Convenio sobre el Procedimiento de Consentimiento Fundamentado previo aplicable
a ciertos plaguicidas y productos químicos peligrosos, objetos de comercio
internacional (2004).
•
Tratado Internacional sobre los Recursos Filogenéticos para la Alimentación y
la Agricultura (2004).
•
Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (2005).
•
La Quinta Conferencia Mundial sobre Promoción para la Salud.
•
Carta de los Derechos Sociales Fundamentales para Latinoamérica y el Caribe
(2004)
•
Carta Social de las Américas
•
Ley Orgánica del Sistema de Seguridad Social.
•
La Iniciativa Regional de Escuelas Promotoras de Salud, impulsada por OPS/OMS
desde (1995).
•
La Declaración de Yakarta en Indonesia (1997).
•
La Declaración de Bogotá (1992).
•
Organización de Naciones Unidas en la Conferencia Internacional sobre la
Población y el Desarrollo (1994).
•
La Conferencia del Caribe sobre Promoción de la Salud en Trinidad y Tobago
(1993).
•
Carta de Ottawa (1986).
•
Iniciativa de las Escuelas Promotoras de Salud (1998).
•
Escuelas Asociadas a la Unesco.
Referencias:
(1) Se hace referencia a la Artículo 33 años de
Trayectoria del Departamento de Ciencias de la Tierra. Signos de Luz y Arraigo.
El IPC en sus 70 años. Caracas 2007.
(2) Libro La Tierra: nuestro dinámico hogar. Quinto
año. Colección Bicentenario
(3) La Educación encierra un tesoro. Link: http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF
(4) Plan de Ciencia Tecnología e Innovación 2005-2030
(5) Plan de la Patria
Documentos importantes:
¿Por qué Ciencias de la Tierra?
Link para bajar el documento: https://files.zyncro.com/bV1RWA_
Alfabetización en Ciencias de la Tierra
Link para bajar el documento: https://files.zyncro.com/4TQs3gH
Estimado Prof. Freddy Oropeza, le felicito por su excelente artículo. Aunque muchos no lo crean, Las Ciencias de la Tierra, estuvo a punto de ser eliminado como asignatura y contenidos en el nuevo currículo. Esta absurda idea no fraguo porque hubo una callada defensa bien argumentada, tenaz y persistente, con argumentos de fondos. Para nada fue una tarea fácil, hubiese sido un error histórico lo que se quería imponer, pero al final se impuso la sensatez. Detrás de esta decisión, hay el trabajo de muchas personas que defendieron con ahincó lo que estamos celebrando. Afortunadamente los que en definitiva toman las decisiones, oyeron los argumentos y ponderaron los pro y en contras de lo que pudo ser una absurda decisión. Por eso hoy más que nunca podremos afirmar la validez de la expresión de Pope de que errar es de humano, perdonar es divino y rectificar es de sabios. Nosotros celebramos, porque creemos que esta decisión fue tomada con base a los argumentos esgrimidos y no porque fueron forzados a ella.
ResponderEliminarSaludos cordiales,
Maximiliano Bezada. Profesor activo en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la UPEL-IPC desde 1972.
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Maximiliano Bezada. Profesor activo en el Departamento de Ciencias de la Tierra de la UPEL-IPC desde 1972.
Physicaloxy hooked me up with a means of making contacts everywhere weeding out wheat I don’t want.
ResponderEliminarQuien me puede enviar ese libro
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